Seguramente usted ha escuchado la frase: “la única constante de la vida es el cambio”. Esta frase contiene una realidad universal, ya que, queramos o no, siempre hay cambios en el entorno, e incluso, en nosotros mismos, cambios que, al escapar de nuestro control exigen aceptación. Analicemos la aceptación de todos aquellos factores que no podemos controlar ni manipular y que muchas veces el luchar contra estos nos trae estrés y malestar.

La pregunta clave en este punto es ¿A qué hace referencia la Aceptación, desde un punto de vista psicoterapéutico? Esta pregunta se puede contestar desde diversos frentes; la terapia de DBT o terapia dialéctica conductual, enfoca la aceptación en los aspectos de la realidad, que pueden resultar dolorosos o displacenteros, con el fin de reducir el dolor innecesario.

Por su parte, la terapia de ACT o terapia de aceptación y compromiso, tiene un énfasis en aceptar las emociones, pensamientos y sensaciones sin resistirse o intentar evitarlos. Cualquiera que sea el caso, la aceptación es importante, ya que nos permite ahorrar energía y prevenir luchas en vano, luchas contra el entorno o incluso contra nosotros mismos, que nos desgastan, consumen tiempo, recursos y que en la mayoría de los casos no llevan a ningún desenlace. 

Bajo esta premisa, ¿cómo se lleva a cabo la aceptación? El primer paso es darnos cuenta de qué cosas debemos aceptar, por ejemplo: imagine que va por la calle caminando, acaba de hacer algunas compras y de repente, empieza a llover, despacio al principio, pero más fuerte a cada momento. Tiene un pequeño paraguas que carga por si acaso, pero la magnitud de la lluvia es tal que casi da lo mismo. 

La aceptación aquí se aplicaría de esta manera: Está lloviendo, es una situación incómoda, me trastoca los planes, me molesta, pero no hay nada que pueda hacer. Entonces o sigo mi camino o espero. Reconocerlo no elimina la incomodidad, pero libera la energía atrapada en la queja, para usarla en cómo respondo. Si espero, me tomo el tiempo para meditar en algo positivo o para apreciar la lluvia, sentir el  viento, sentir la temperatura y estar en el momento presente aplicando la atención plena, si continúo con mi camino, simplemente me concentro en reajustar mi día alrededor de este imprevisto o por qué no, apreciar la lluvia caer sobre mí. 

Soy consciente de que esto último puede resultar irrisorio, pero ¿no es igual de irrisorio que me moleste porque llueve? La aceptación es un proceso, no va a ocurrir de la noche a la mañana, que usted se convierta en un gurú imperturbable, pero con práctica puede, poco a poco, aceptar aquellas cosas que se escapan de su control y ahorrarse mucho malestar  El último aspecto que me gustaría tocar es, ¿Qué es lo que sí puedo cambiar? Si bien, hemos hablado mucho de lo que no se puede cambiar, es momento de enfocarnos en lo que sí. 

Haga un análisis minucioso de lo que puede y quiere cambiar, ¿hay algún hábito que desea adquirir o uno que desee dejar? ¿Tal vez desea aprender una habilidad nueva o mejorar su salud física o mental? Enfóquese en ello, en los pasos para hacer ese cambio y comprométase con eso. Como la lluvia inesperada, la vida trae situaciones displacenteras; resistirlas solo agota. Aceptarlas, en cambio, abre la puerta a la adaptación, la serenidad y la acción significativa. 

No se trata de rendirse, sino de elegir dónde invertir nuestro poder de cambio. ¿Qué lluvias está intentando detener en vano? Aceptarlas no le quita el frío, pero le permite buscar refugio o bailar bajo el agua. Como siempre los invito a escribirme a psiconvers25@gmail. com si desean saber más sobre este u otros temas de psicología o si desean empezar un proceso psicoterapéutico.