La inteligencia artificial -IA- se está expandiendo de forma abrumadora en todos los campos de la vida humana. Uno de los campos en los que está echando raíces, es como era de esperarse, la psicología y la salud mental en general.

Según la Organización Mundial de la Salud -OMS-, solo el 40% de las personas con trastornos mentales recibe tratamiento adecuado, lo cual nos deja ver que existe falta de personal cualificado y acceso a los servicios de salud mental. Sin duda alguna, esta brecha podría cerrarse con ayuda de la IA, mediante chatbots terapéuticos, diagnósticos predictivos y herramientas de autogestión 24.

 A pesar de los aparentes beneficios, debemos también dejar en claro que no todo es color de rosa y esta herramienta debe usarse con la debida precaución, por parte de usuarios y especialistas por igual. Mencionando los aspectos positivos, podemos listar el fácil acceso, la aparente precisión y la democratización de la IA como herramienta complementaria para temas de salud mental. Aplicaciones como Wysa y Woebot, respaldadas por técnicas de terapia cognitivo-conductual -TCC-, ofrecen apoyo inmediato a personas en zonas rurales o con limitaciones horarias.

Estudios en Nature Digital Medicine, confirman su eficacia para reducir ansiedad y depresión leve-moderada, actuando como “primer respondedor” digital 238. Algoritmos analizan lenguaje, patrones de voz y comportamiento, para detectar riesgos, como autolesiones con un 92% de precisión, superando métodos tradicionales. Además, sistemas como mpathic adaptan intervenciones a contextos culturales específicos, como terapias en español con metáforas latinoamericanas, reduciendo barreras idiomáticas y sesgos.

Estas ventajas son evidentes, pero no son todo el panorama, a pesar de que los modelos de IA interactúen como lo haría un humano, debemos tener en cuenta que carece de componentes fundamentales para tratar a profundidad temas relacionados con la salud mental. Un ejemplo claro de esto, es cuando el chatbot Woebot aconsejó a la investigadora Estelle Smith “saltar de un acantilado” al interpretar literalmente una metáfora sobre estrés. Casos como este exponen la incapacidad de la IA, para procesar emociones complejas o matices culturales, esenciales en terapia. También debemos considerar que los modelos entrenados con datos generales y sus respuestas, pueden no tener en cuenta todas las especificidades del caso en particular, dando una respuesta que puede no ser la mejor en términos de efectividad terapéutica.

Por último, es muy importante tener en cuenta que el 67% de las apps de salud mental, comercializan datos sensibles con aseguradoras y empleadores, violando confidencialidad. El Corazón de la Terapia: Lo que la IA jamás podrá replicar Es destacable que los estudios revelan que hasta el 80% de la efectividad de la terapia, viene de la relación terapéutica; aquel vínculo que se forma entre el terapeuta y el consultante, es el factor determinante en el éxito o fracaso de la terapia, más allá del enfoque del terapeuta o las técnicas usadas. Es por este motivo que la AI no puede, al menos de momento, reemplazar un proceso de psicoterapia. Ningún algoritmo, por sofisticado que sea, puede copiar gestos, tonos, miradas u otros factores que resultan necesarios para que la relación terapeuta -consultante sea genuina y funcional para una terapia exitosa.

¿Pregúntese un momento, si un Chatbox le cuenta una “anécdota” para empatizar con usted, tendría el mismo impacto que si se la dice otro ser humano? Probablemente no; como este existen otros recursos que son imposibles de implementar o hacer efectivos por este tipo de máquinas; entre estos podemos listar:

• Sincronía emocional -espejo neuronal, resonancia afectiva-
• Presencia auténtica -vulnerabilidad compartida-
• Ajuste creativo -improvisación clínica según reacciones del paciente-
• Memoria relacional -reconocimiento de patrones inconscientes en el tiempo .

Sin lugar a dudas, la IA es una herramienta poderosa y como psicoterapeuta conozco el beneficio que puede ejercer sobre los consultantes que la utilizan, como un complemento a las sesiones de psicoterapia, para llevar a cabo ejercicios, registrar datos o recibir información actualizada sobre algún tema, lo importante es que sea eso, un complemento y nunca un medio de reemplazo para una psicoterapia real con un profesional.