¿Y de la seguridad qué?


El temblor que aconteció recientemente, nos hace reevaluar cómo nos encontramos en temas de seguridad en nuestros edificios, ya que cuando se habla de ello se cree que lo único importante es la vigilancia.

El decreto 1072 de 2015 obliga que en todas las copropiedades se tenga un Sistema de Gestión en Seguridad y salud en el Trabajo -SG-SST-, pero desafortunadamente, muchos Edificios por costos, terminan realizando una copia de otro, simplemente para cumplir con la norma y no para proteger a las personas que lo habitan.

Los sistemas de seguridad deben ser integrados; pero preguntémonos ¿qué políticas de seguridad y procedimientos tenemos en nuestros edificios para contratistas, propietarios y residentes del edificio? ¿Se ha realizado un estudio efectivo de cómo debe ser la vigilancia privada? ¿Existe una política de seguridad en las zonas húmedas como, piscinas, jacuzzis, saunas y turcos? ¿Realizamos la limpieza de tanques de agua cada seis meses como lo establece la norma? ¿Tenemos certificados los ascensores y portones o nos limitamos simplemente al mantenimiento periódico? ¿Cada cuánto revisamos la red contra incendios? ¿Cada cuánto se hace revisión de las instalaciones eléctricas del edificio, especialmente aquellas a las que no se les exige por el RETIE? ¿Tenemos claras y divulgadas las políticas de evacuación de los edificios y la respectiva señalización, para casos de sismo; como el que sucedió los últimos días?

Desafortunadamente, muchas de las respuestas anteriores en la mayoría de edificios son negativas, lo que nos lleva a pensar que solo cuando ocurra una tragedia, nos concientizaremos de la responsabilidad que tiene la administración, para crear políticas que procuren la seguridad en la infraestructura, individuos y terceros, bien sea por un mal funcionamiento de sus elementos, como la mala respuesta que pueda tener la edificación y las personas que lo habitan ante un siniestro como un sismo.

Es necesario recordar que la responsabilidad de los administradores es hasta por culpa leve, es decir, que la omisión de sus funciones tal como no informar sobre su gestión preventiva en las asambleas, así como no exponer las necesidades presupuestales para cumplir con las políticas de seguridad integral del edificio, bajo el imaginario que no se aprobarán, compromete su responsabilidad.

Las políticas de seguridad no son un gasto, sino la alternativa para proteger nuestras vidas y bienes. Todos tenemos el compromiso de participar en estos procesos, porque la seguridad la hacemos todos.

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