En la edición de este mes
quiero compartirles una
de las explicaciones
psicológicas para la
intolerancia y cómo podemos
volvernos más tolerantes con el
tiempo y la práctica.
Antes de entrar en materia, me
parece oportuno traer aquella regla de convivencia que algunas
familias implementan para mantener la paz en el hogar. ¿Alguna
idea de a qué hago referencia?
Piénselo por un momento antes
de continuar leyendo.
Repita conmigo: En la mesa no
se habla ni de religión ni de política. (a veces ni de fútbol)
¿Le suena? Bueno, tiene mucho
que ver con el tema de hoy y es
que esta medida está directamente relacionada con el grado
de tolerancia, que algunos individuos pueden tener frente a opiniones y creencias ajenas. Ahora
sí, entremos en materia.
Empecemos por definir el término, ¿Qué es intolerancia? Como lo
define la RAE, la intolerancia es la
carencia de tolerancia, esta definición no resulta muy útil si no tenemos claro qué es la tolerancia.
La tolerancia es definida como:
“Respeto a las ideas, creencias o
prácticas de los demás, cuando
son diferentes o contrarias a las
nuestras”
Siendo así, una persona intolerante sería aquella que no respeta
las ideas, creencias o prácticas de
los demás, cuando son diferentes
o contrarias a las suyas. Resulta
entonces interesante la pregunta
¿cómo se explica el origen de la
intolerancia?
Sesgo de confirmación: A través del tiempo, nuestro cerebro
ha encontrado muchos mecanismos para facilitar su trabajo
de procesar información. Uno de
estos mecanismos son los sesgos;
le invito a investigar un poco más
sobre este interesante tema, ya
que existen múltiples sesgos en
los que podemos estar incurriendo a la hora de informarnos sobre
el mundo. En todo caso, el día de
hoy solo nos compete el sesgo de
confirmación.
Este sesgo lo que hace es
que de forma deliberada o
sin darnos cuenta, solo veamos información que está
de acuerdo con nuestra
opinión. ¿Le ha pasado que
cambia de canal cuando lo
que se dice está en contra de lo
que usted piensa? O que simplemente ¿prefiere no discutir ciertos
temas con otras personas, por no
exponerse a opiniones distintas?
O que ¿En la mesa no se habla ni
de religión ni de política?
Al exponernos solo a medios y
círculos que comparten nuestra
opinión, podemos entrar en lo
que se conoce como una cámara
de eco o de resonancia, donde al
no haber nadie que nos lleve la
contraria, nos convencemos de
que lo que pensamos es la opinión de todos los demás, que es
la opinión correcta y que cualquiera que piense o actúe de
forma distinta está equivocado.
Esta cámara de eco impide que
veamos los grises que existen en
todo lo que nos rodea y nos engaña para que veamos el mundo
en blanco y negro.
Hay que dejar claro que el exponerse a otras opiniones no tiene
como objetivo modificar la propia, al menos no en un comienzo,
esto puede ser una consecuencia
a mediano o largo plazo. El objetivo de la exposición es entender
la opinión contraria, este entendimiento puede incluso llevarnos a
reafirmar nuestra postura inicial y tener argumentos más sólidos
para defenderla desde la comprensión de la postura opuesta.
Lo invito a hacer un ejercicio;
encuentre cual es la opinión más
radical que tiene, busque los argumentos que esgrime para defender esa opinión. Si en el proceso se da cuenta de que no tiene
argumentos, no se preocupe ni se
sienta mal, puede que por nuestro sesgo nunca hayamos tenido
que defender la posición y nunca
hayamos tenido que argumentar
al respecto.
Una vez tenga los
argumentos, contrástelos con
los argumentos de las personas que alegan a favor de la
postura opuesta. Repito, el
fin de este ejercicio es entender a los demás, con el fin último de fortalecer la tolerancia, no
se centre en que el otro piensa diferente, entienda por qué lo hace.
Entonces, cuando su hija, hermano, abuelo, nieta, sobrino...
quiera dar su punto de vista religioso, político, deportivo… En la
mesa, déjelo, escuche, entienda
sus argumentos, no con el fin de
convencerlo de lo contrario, solo
con el fin de saber qué piensa y
por qué piensa de esa forma